Mis profesores son agradables, pero el hecho de ser Erasmus no les hace ser más blandos. Sólo la simpática y tardona profesora de Archeologia se preocupa un poco por mi bienestar erásmico.
Los horarios de lecciones coinciden y extrañamente, en algunas asignaturas es importante la asistencia. Soy, seguramente, la única Erasmus a la que le controlan la presencia. Pero bueno, en esto son comprensivos y entienden el hecho de que mi clonación aún no haya sido posible y que no pueda estar en dos sitios a la vez.
En storia greca estoy con una clase de gente del 91. Primero de carrera. Me siento mayor, ya que aquí empiezan la universidad un año después. Para ellos soy la española veterana. Me siento muy bien en este grupo, conozco en seguida a casi todos y tengo muy buena relación. Rosalinda, fantástica. En seguida nos hacemos amigas. Me guardan un sitio con ellas. Intentan chapurrear español. Un ambiente verdaderamente agradable.
Poco a poco voy hablando con los alumnos del resto de asignaturas. Aquí a los españoles los tienen en buena estima. Me acogen muy bien. Me ofrecen ayuda y ¡cómo no! Intentan ligarme… ay, l’italiani, l’italiani. ¿No se cansan nunca?
Después de teatro me voy a un concierto flamenco. Sí, sí… flamenco. Es que esta parte de Italia está llena de jipiosos a los que les gusta la música tradicional. Allí me encuentro con Carmen y otros andaluces. El concierto bonito, pero de flamenco poco. Una pena, la mujer que bailaba lo hacía bien, pero sin alma. Se veía a leguas que era italiana. En vez de bailar con el suelo y amar la música, hacía los pasos que le habrían enseñado en una prestigiosa y fría academia de baile.
Cuando los músicos acabaron de tocar, tres andaluces les pidieron los instrumentos y nos honraron con un poco de flamenco de verdad. No pude evitarlo, sin darme cuenta, estaba de pie y bailando. Creía que nadie se daría cuenta, pero no fue así. Acabado el bonustrack, se me acerca el “guitarrista” y me dice “estaba esperando el momento en el que te subieses al escenario con nosotros” Pero bueno, si yo no sé bailar flamenco. No, pero sabes sentir la música.
Pues sí, descubro que cuando no pienso, bailo bien.
Luego, me encuentro con Javi y Victor para despedirlos. Al día siguiente andan vía. Así que la noche se alarga y al día siguiente no voy al curso de italiano. Pero, el encantador Kersten me trae a casa los deberes. ¡Qué cielo de hombre!
A pesar de su desafortunado nombre, es súper simpático. Nos pasamos la noche con la guitarra y el djembe y de pronto amanece.
A cambio de conocer al Termosifone, me quedo sin ir a Ostuni, la excursión de este finde, ya que me despierto un poco tarde para coger el tren… algo así como con cinco horas de retraso.
Inicia una nueva semana. Comienzan, con ésta, mis clases de danza afro. Mi profesora es una brasileira negra, y practico un poquito de portugués. Me siento totalmente un pato, pero al menos la otra chica es mucho peor que yo. No es fácil entender a una brasileira hablando italiano por encima de la música.
Después de la danza quedo con Andrea, y conozco a una majísima italiana amiga suya con la que congenio al instante. Silvia, estudia español.
Luego, teatro. Primera clase. Primera clase típica. El actor en escena. Ya me sé la lección. Pero, al menos, practico italiano. Soy la veterana con enorme diferencia siendo la más joven.
Giovedì. San Martino, fiesta del vino. Fiesta en casa. Diecisiete personas. Un montón de italianos que hablan en dialecto. Kersten, Julie y Daniel. Me doy cuenta de que tengo más amigos alemanes que españoles.
Al día siguiente inicio el curso de pizzica. ¡Qué ganas tenía! Anonadada observo cómo algunos pasos son extremadamente similares a los del baile gallego. No entiendo el porqué. Aquí estuvieron los aragoneses pero ¿los gallegos? Aislados del mundo, ¿cómo tenemos tantos paralelismos con el Salento? El acento se parece un montón al nuestro. Si alguien sabe el porqué, que me lo explique. Senza senso.
Y con la llegada del domingo se acaban las historias por hoy.
Hola, mozalbeta. Ya me contaron que estás hecha una revolucionaria... cosa que por otro lado no es novedad ninguna, jeje. Aún tengo pendientes las últimas bitácoras, pero este formato blog me resulta más cómodo (manías que tiene uno). Hala, ya tienes un seguidor más.
RispondiEliminaPrometo que el próximo comentario será más interesante :P
Acabo de leer esta entrada y creo que voy a faltar a mi palabra: Andi Deris también se llama Andreas... lo que debería estar prohibido es que un jevi tocara un djembe. Qué roots ni qué bloody roots.
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