sabato 21 gennaio 2012

Soy de la opinión de que todas las personas tienen algo que decir al mundo, y yo también. Quiero gritarle al viento pero no sé muy bien qué, hay tanto que condenar... pero, aprovechando las fechas, hablemos de la Navidad, esa época tan bonita de villancicos, regalos y dulces de la abuela. Días en los que todos somos hermanos, todo es de color de rosa. Pero, señores, ¿se han parado a pensar que mientras nosotros hacemos colas larguísimas para saciar nuestro afán consumista, millones de niños lo único que le piden a los Reyes Magos es que papá traiga algo para cenar? ¿Se dan cuenta de que mientras nosotros engullimos pavo, marisco y dulces hasta altas horas de la noche, cientos de personas mueren desnutridos?

Me pregunto por qué la gente parece que se vuelve buena en Navidad, perdonen si me equivoco, pero yo no veo mejor persona al que un día se acuerda del Tercer Mundo. Señores, el Tercer Mundo, el hambre, la pobreza, el dolor y el sufrimiento existen 365 días al año y no podemos olvidarlo.

No sé ustedes, pero yo no puedo ser feliz sabiendo que mis hermanos mueren por no tener lo que a mí me sobra.

Nosotros no hemos nacido en el primer mundo por ser mejores personas, o más inteligentes, sino porque en la tómbola de la vida nos ha tocado el primer premio.


                                                                 22. XII. 07