Continúa mi andanza por Lecce. Ciudad decadente y hermosa. Sucia, rota, pero bella. Cada edificio es un palacio, y yo asombrada, camino mirando hacia arriba.
Mi vida en el piso empieza de lleno. Elthon, el albanés, enamorado de España, las españolas, y la música. Me “deleita” con lo mejorcito de la música en español. Sesiones intensivas de reggeaton ¡Menos mal que se irá pronto! Finalmente, consigue que baile reggeaton en la cocina. Un poco de cutremúsica no viene mal. A falta de Maycar…
Los mosquitos y los hombres nos acosan.
Oh, jaming, oh jaming… Lorencito me canta. Estreia, Estreia, Estreia Costansa Gonsáles de la Fuente. Y el italiano habla con acento sudamericano. Emanuelle, chico italiano, habla español a la perfección. Nuestro guía, junto con Riccardo, en la búsqueda de piso. Informador oficial de los eventos Erasmus. Emanuelle, Riccardo, nuestros italianos españolizados. Nunca faltan. Los únicos italianos que dan los besos en la dirección correcta: primero a la izquierda, después a la derecha.
Giulianito me llama. Copa y un giro por Lecce. Luego, mi primera peli en italiano. Milagrosamente, la entiendo. Aprende rápido, esta chica.
Una noche al Paolone, otra noche al Paolone. El Paolone, el Galerna de leche. Cerveza a un euro y a beber en la puerta. Recordando los buenos tiempos en España, cuando la entrada del Mare y el Galerna estaban llenas de gente. Y después, biblioteca: el convitto, donde nos reunimos. Estudiantes estudiosos por la noche. Gente y birras. Grandes columnas griegas nos rodean a las tres de la mañana. E italianos con guitarra.
Giovedi, se supone, último día de Elthon. Rechazo la oferta de tortilla española a manos de mi hermanito italiano. Es la última noche de Elthon, cenaré en casa. Se va pronto. ¿Pronto? ¿En Italia? ¡Estás loca!
¿Davide, salimos nosotros? Espera que se vaya Elthon. Las nueve, las diez, las once… Elthon no se va. Ve una peli. De pronto: ¿salimos? Mi tío está en Lecce. Tengo dos horas. Vale. Elthon tiene prisa. Tres horas esperando por él, y ahora no me deja ni ponerme las lentillas. Salgo con gafas. A sus órdenes, mi general. Quiero ir a un sitio diferente al Paolone. Vamos, pero a Elthon no le piazze. Andiamo al Paolone. Quiere ver a las guapas españolas. ¿Vamos al convitto? Elthon no quiere. Tal vez le de miedo la competencia de machos españoles. Vamos a que compre tabaco. Todos juntos. Si va solo, se pierde. Normal, no es de leche. Arrivamos al convitto. Elthon quiere irse. Yo me quedo, chicos. No, no. Tú te vienes con nosotros. ¿Qué? Salimos juntos, volvemos juntos. ¡¡¡¿Qué?!!! Es mi última noche en Lecce. Los españoles estarán nueve meses. ¡¡¡¡¿QUÉ?!!!! Lo siento. Me quedo. Elthon se enfada. ¿Me vas a dar órdenes? Ciao, ci vediamo, carino.
Por fin, salgo de veras con italianos. Los españoles, escondidos, beben birra en casa de las sevillanas. Yo me abstengo. Davide, Francesco, salimos juntos. Ingenieros italianos, la piazza del duomo. Una pizza, 2’50 ¡Y está buena! Margarita, Ana, tu paraíso. A las dos de la mañana, sábado noche y restaurantes abiertos.
Domenica: turismo matutino. Francesco y yo con los ojos como platos. A la japonesa, fotografiamos todo. Después, espresso y a casa a mangiare. Tarde improductiva elevado a la enésima potencia. De pronto, llama Elthon. Estoy en Lecce. Realmente, no quiero irme. ¿Salimos? Davide, la bambolina se queda. Sorry.
Hoy no hay Malas, pero la noche dura, milagrosamente, hasta las siete y media de la mañana. Spaghettis italianos en casa de Alvarito. Y a la vuelta, la vergüenza del trasnochador. Todo Lecce está despierto, y nosotros aun no nos acostamos.
Busca y captura de la escuela de teatro. Miércoles. Voy a ver una. Impresionante. Pero… teatro contemporáneo. ¿Qué hacer? El jueves veré más.
Po a po, piano piano. El llegar tarde es una tradición cultural. Las mujeres, objeto de culto. Machismo exagerado. El examen de las tres, empieza a las tres y media. El curso de italiano del día cuatro, comienza en miércoles. Po a po, piano piano.
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