sabato 11 dicembre 2010

Bitácora: capítulo IV




Brindisi, aeropuerto pequeño como los gallegos. Girona, Barcelona… Hemos llegado. Intento comunicarme con los españoles, pero no me salen las palabras: scusi, digo, perdone, para prender, esto… para ir al metro… Me toman por extranjera o por tonta.







Apartamento coqueto, cedido por Camino, ¡pena que no esté! Busco el desorden, pero no lo encuentro. Cenamos pasta, comemos pasta. Al menos, puedo desayunar pan con aceite. 



Visita turística. Sagrada Familia, luego, una guitarra y una canción. ¡Cómo me gusta conocer a la gente insalanuta! Simplemente, un perroflauta de la calle. Le pido la guitarra y me la deja, sin más preguntas. A disfrutar de la música. Aprendamos canciones italianas en el centro de Barcelona. 

Veinticuatro horas de italiano. ¿Quién me iba a decir a mí que en España aprendería tanto italiano? Compran oro e rubanno amor… Bailamos en el metro. Representamos la Divina Comedia… Fantástico. 



Dosis de Ana. Imprescindible visita a Pol. Los tres recuperamos un poco la magia de Santiago y nos homenajeamos con un “Para ser felices”.




De pronto, en el metro… Alex. La diosa burlona juega sus cartas. Vamos con Alex a una fiesta. Mallorquines y catalanes, y yo no entiendo nada. No hablan español… Me siento fuera. Extranjera en Catalunya. Cap problema. Sono italiana. 

Cena especial para Ana, su regalo de cumple: visita y pasta. Un poco de sangría. Pero no tenemos azúcar. Aniña, pídele a los vecinos. Sorprendida descubre que los vecinos son de… ¡Italia! Así que les invita a tomar algo. Somos más italianos… digo, SON más italianos que españoles. Ma do!


Miquel, català, amigo de Giuliano de su erasmus en Ámsterdam. Un tipo genial. Nos hace un poco de guía. Nos enseña bares afterhours ilegales donde nos timan y pagamos cinco euros por una birra. ¡La Virgen! Qué cara es la vida en la ciudad condal.

En cada esquina, alguien hablando italiano. ¿Por qué? El mundo se está volviendo loco. 




Visita al parque Güell. Y un peruano me regala un anillo. Quién sabe el porqué. Los hombres están locos, el mundo está loco... Y yo que creía que solo en Santiago pasaban cosas paranormales.

Miquel nos lleva al aeropuerto. Un tipo genial. 



Santiago. Lorenzo se enamora. Ciudad bohemia para un hombre bohemio. Malas, me siento en casa. 

Facultad, y cenita con los filólogos… bueno, tres de ellos. ¡Cómo me presta! Reencuentro y reconciliación. Soy feliz, sin embargo, una semana fuera de Lecce, y lo echo de menos. 


Barcelona, un día más. Y después, retorno, no sin antes abastecerme de morcilla y chorizo. En Italia mucha pasta, pero de esto no entienden. Vuelvo a casa. Agotada. Una semana entera de vida española: mucha fiesta y poco dormir. Al menos en Lecce, dormir se duerme.
Ciertamente, Davide me había echado de menos. La bambolina è arrivata. Sei contento? El sol y yo llegamos a Lecce. Me habían echado de menos. ¿Sólo fue una semana? Parecieron dos.




Viernes noche, vino en piazza Manzzini. Se nos acercan dos italianos. Matteo, simpático. Sin saber nada de mí, comienza a llamarme Stella. ¿Será cierto que tengo cara de estrella? Nos ponemos a hacer una improvisación, así, salida de la nada. Es una pena que para los italianos lo más importante sea ligar, sino, sería fácil iniciar una amistad con estos chicos tan abiertos. Pero, una vez más, el ser mujer te hace objeto. En fin, seguro que alguno de estos hombres enfermos al final es normal. A pesar del problema general de los XY de este país, se encuentra gente muy agradable con la que incluso puedes tener una conversación sin que te miren con lascivia. ¡Milagro! Pero para eso hay que pasar la fase inicial de “te devoro con los ojos, nena”

Al día siguiente, como todos los fines de semana, excursión. Hoy toca Gallipoli. Mayoría de polacos. Sólo Kersten y yo vamos en representación de otro país. Idioma de comunicación: inglés. La ciudad es preciosa. Puerto pesquero. Olor a mar, a pez… ummm, soy feliz. 23 de octubre y yo en el agua. Playa, sol… ¿estamos en otoño? No lo creo.

  

Poco a poco voy afianzando mi amistad con Kersten, Kuba y Magda. Sí, les he cogido mucho cariño. Qué bien hice yendo a esa estúpida single party.

Por la noche, llamo a Julia y a Daniel. Ellos también me habían echado de menos. Cómo no, birra en el Paolone. De pronto, nos vemos rodeadas por italianos en celo. Sin embargo, he encontrado la táctica. Sin pelos en la lengua anuncio que busco amigos, no novios. Sorprendida, me veo continuando una conversación sin ser objetivo de caza. Por fin.





Domenica, a no hacer nada. Ejercicios de italiano y el regreso de Matteo. La familia al completo. Para cenar, pizza. Y mañana, a empezar las clases.

1 commento:

  1. Mira que tener que ir a Italia para "re" conocer Barcelona. En algunos lugares habías estado, aunque seguro que será esta la ocasión que recordarás toda tu vida.

    Olissipa Lescaut

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