giovedì 16 dicembre 2010

Bitácora: Capítulo VI

Continúan las andanzas. Empieza el curso de verdad y no tengo mucho tiempo. ¡Qué felicidad! ¡Qué no parar!



Clases por la mañana. Madrugones. Mi cuerpo no está acostumbrado. Entre dos años de vivalalaif de Santiago con clases por la tarde, y casi cuatro meses de vacaciones, el retomar el ritmo de clases matinales me cuesta un poco. Al principio no soy capaz de irme a dormir temprano. Poco a poco me acostumbro a ver la luz de las 7:30 y no por volver de fiesta.




Mis profesores son agradables, pero el hecho de ser Erasmus no les hace ser más blandos. Sólo la simpática y tardona profesora de Archeologia se preocupa un poco por mi bienestar erásmico.

Los horarios de lecciones coinciden y extrañamente, en algunas asignaturas es importante la asistencia. Soy, seguramente, la única Erasmus a la que le controlan la presencia. Pero bueno, en esto son comprensivos y entienden el hecho de que mi clonación aún no haya sido posible y que no pueda estar en dos sitios a la vez. 

En storia greca estoy con una clase de gente del 91. Primero de carrera. Me siento mayor, ya que aquí empiezan la universidad un año después. Para ellos soy la española veterana. Me siento muy bien en este grupo, conozco en seguida a casi todos y tengo muy buena relación. Rosalinda, fantástica. En seguida nos hacemos amigas. Me guardan un sitio con ellas. Intentan chapurrear español. Un ambiente verdaderamente agradable.

Poco a poco voy hablando con los alumnos del resto de asignaturas. Aquí a los españoles los tienen en buena estima. Me acogen muy bien. Me ofrecen ayuda y ¡cómo no! Intentan ligarme… ay, l’italiani, l’italiani. ¿No se cansan nunca?

El martes diluvio universal. No para de llover. Magda, Kersten y yo vamos a comprarle un regalo a Kuba, ya que por la noche celebra su cumple. Kersten me viene a buscar y cuando salimos a la calle, en vez de acera hay un río. Nos empapamos. Lecce no está preparada para la lluvia y eso que llover, llueve. La zona vieja no tiene una sola alcantarilla. Pingando, volvemos a casa. Ropa seca y a la fiesta de Kuba. Como su residencia está lejos, decidimos coger un bus. Pero a las 21:00 se acaban los buses ¡Mira qué son vagos! Festejamos bastante. Cuando vuelvo a casa… ¡mi habitación se había convertido en un lago! 

El jueves tengo la fiesta-presentación del curso de Teatro. Muy agradable, muy teatral. Proyectando Nosferatu nos iban explicando lo que haremos. Cada dos meses una performance. Trabajo con máscaras, su uso en escena y su construcción. Mezclar el teatro con otro tipo de vertientes artísticas. ¡Qué ganas de empezar!


Después de teatro me voy a un concierto flamenco. Sí, sí… flamenco. Es que esta parte de Italia está llena de jipiosos a los que les gusta la música tradicional. Allí me encuentro con Carmen y otros andaluces. El concierto bonito, pero de flamenco poco. Una pena, la mujer que bailaba lo hacía bien, pero sin alma. Se veía a leguas que era italiana. En vez de bailar con el suelo y amar la música, hacía los pasos que le habrían enseñado en una prestigiosa y fría academia de baile.

Cuando los músicos acabaron de tocar, tres andaluces les pidieron los instrumentos y nos honraron con un poco de flamenco de verdad. No pude evitarlo, sin darme cuenta, estaba de pie y bailando. Creía que nadie se daría cuenta, pero no fue así. Acabado el bonustrack, se me acerca el “guitarrista” y me dice “estaba esperando el momento en el que te subieses al escenario con nosotros” Pero bueno, si yo no sé bailar flamenco. No, pero sabes sentir la música.

Pues sí, descubro que cuando no pienso, bailo bien.

Luego, me encuentro con Javi y Victor para despedirlos. Al día siguiente andan vía. Así que la noche se alarga y al día siguiente no voy al curso de italiano. Pero, el encantador Kersten me trae a casa los deberes. ¡Qué cielo de hombre! 





Cena temática francesa en casa de Pauline, Sonia y Katy. Crêpes. No puedo evitar echar de menos a mi segunda familia. La France. La France. Me manque. Salimos para celebrar que mañana es sábado. Vamos al… ¡Paolone! Veo a un chico con un djembe en las manos y rizos en la cabeza. Chupa de cuero y pelo largo. Así que imaginando que sería sociable, me acerco a él y le pido que toque un poco. Bonita forma de iniciar una conversación. Descubro que es amigo de un amigo de Carmen, así que nos pasamos la noche juntos. Desgraciadamente, me entero de que      se llama Andrea. ¿Cómo puede un heavy llamarse Andrea? Debería estar prohibido. 


A pesar de su desafortunado nombre, es súper simpático. Nos pasamos la noche con la guitarra y el djembe y de pronto amanece. 

A cambio de conocer al Termosifone, me quedo sin ir a Ostuni, la excursión de este finde, ya que me despierto un poco tarde para coger el tren… algo así como con cinco horas de retraso. 



El sábado y el domingo son dos días asquerosos. Tengo problemas de comprensión con Matteo, bastante grandes. Descubro que tiene una desagradable parte machista. Me decepciona. Paso el domingo deprimida, sin nada que hacer, sin nadie con quien ir a airearme. Así que, sin poder aguantar más, me voy sola de paseo. Vagabundeo por Lecce, que está llena de familias domingueras. Me paro en un puesto de unos artesanos perroflautas y me paso un buen rato hablando con ellos. Es una pena estar sin blanca, porque les compraría algo encantada. La diosa burlona, después de haberme hecho algunas cabronadas, me recompensa y los artesanos me regalan un anillo de cuero. Esta vez sin ánimo de ligar, ya que me lo da una chica. Me sienta genial. El gesto me anima un montón y continúo mi paseo con una enorme sonrisa. 



En Piazza Santo Oronzo hay unos chicos haciendo un breakdanceshow. Me recuerda Londres, París, pero no parece Lecce. ¡Qué bien! Me quedo embobada mirando cómo bailan. Cada vez me gusta más la música y el baile. Me he planteado retomar la guitarra. Todo se andará.






Inicia una nueva semana. Comienzan, con ésta, mis clases de danza afro. Mi profesora es una brasileira negra, y practico un poquito de portugués. Me siento totalmente un pato, pero al menos la otra chica es mucho peor que yo. No es fácil entender a una brasileira hablando italiano por encima de la música.

Después de la danza quedo con Andrea, y conozco a una majísima italiana amiga suya con la que congenio al instante. Silvia, estudia español.

Luego, teatro. Primera clase. Primera clase típica. El actor en escena. Ya me sé la lección. Pero, al menos, practico italiano. Soy la veterana con enorme diferencia siendo la más joven.

La semana transcurre entre clases y casa. Miércoles, concierto tributo a Edith Piaf. Precioso. Je ne regrette rien



Después del concierto, vamos con las rumanas. Anca y Cristina. Son compañeras de piso de la cantante. Llegamos y están todos los músicos y un grupo de italianos. En principio, estaba de paso, pero al ver el saxofón y el tamburello, no me puedo ir. Pandereta, saxo, djembé, flauta… Cantante con una voz impresionante. Vino salentino. ¿Quién podría irse a casa? Me siento bien, me transporto al Malas, pienso en Ricardo. Qué hermosa es la música en directo. 

Giovedì. San Martino, fiesta del vino. Fiesta en casa. Diecisiete personas. Un montón de italianos que hablan en dialecto. Kersten, Julie y Daniel. Me doy cuenta de que tengo más amigos alemanes que españoles.

Al día siguiente inicio el curso de pizzica. ¡Qué ganas tenía! Anonadada observo cómo algunos pasos son extremadamente similares a los del baile gallego. No entiendo el porqué. Aquí estuvieron los aragoneses pero ¿los gallegos? Aislados del mundo, ¿cómo tenemos tantos paralelismos con el Salento? El acento se parece un montón al nuestro. Si alguien sabe el porqué, que me lo explique. Senza senso.



El sábado vamos a Bari. Ciudad grande. Un puerto demasiado industrial. Ciudad vieja bonita pero sin mucho más. Por la noche concierto rock bastante agradable, sin embargo, el público era de lo más aburrido. Sin pogo ni nadie bailando. Luego, convitto, me encuentro con Andrea, djembe, guitarra, Carmen. Feliz. Feliz.





Y con la llegada del domingo se acaban las historias por hoy.





2 commenti:

  1. Hola, mozalbeta. Ya me contaron que estás hecha una revolucionaria... cosa que por otro lado no es novedad ninguna, jeje. Aún tengo pendientes las últimas bitácoras, pero este formato blog me resulta más cómodo (manías que tiene uno). Hala, ya tienes un seguidor más.

    Prometo que el próximo comentario será más interesante :P

    RispondiElimina
  2. Acabo de leer esta entrada y creo que voy a faltar a mi palabra: Andi Deris también se llama Andreas... lo que debería estar prohibido es que un jevi tocara un djembe. Qué roots ni qué bloody roots.

    RispondiElimina