giovedì 4 ottobre 2012

Santiago-Madrid 03.10.2012

Empiezo un nuevo viaje y, sin embargo, no lo siento como si así fuera. Todavía estoy en Santiago, es evidente, sobretodo al escuchar "a saída do vo rianer..." No siento ningún tipo de nervio, ¿será porque veo aún lejos la llegada? ¿O porque el destino ya lo conozco? Esta noche dormiré en Madrid, y cuando hable antes de acostarme con Bruno, sentiré, por fin, el cosquilleo de "wow, en un día estaré en la France" ¡Qué magnífico es volar! Aunque para nada el avión tiene el encanto del tren, eso sí, su velocidad es innegable.

Comienzo el viaje de una manera bastante positiva y que para nada esperaba. En vez de tener que subir a la estación para coger el bus para ir al aeropuerto, me vienen a buscar a la puerta de casa para dejarme en "salidas", "entramos por aquí porque temos que recoller a estes, non porque sexas unha salida", explícame David. Gracias, hombre, estaba a punto de protestar porque me ahorráseis el bus, ¿sabes? Y es que, casualmente, los "Falúos" tenían que ir a buscar a unos amigos poco antes de que mi vuelo saliese . Y menos mal, porque con el maletoncio SIN RUEDAS que le tengo que llevar al señorito Gruno ¡hubiese muerto en el intento!

Tras facturar y deshacerme del muerto, me voy para fuera, al aire, y veo una preciosa puesta de sol, con doscientos tonos de rojo, naranja y amarillo. Por desgracia, no se me ocurrió hacer una foto. En fin, se acerca la hora. Me voy a pasar la puerta de embarque.

El viaje se desarrolló bien, y eso que yo temía alguna "liada" de Ryanair, de eso de quedarse sin gasolina o tenernos horas encerrados. Sin embargo, quitando el dolor de cabeza insoportable y los oídos que parecía que me iban a explotar, todo fluyó con normalidad. Me senté en la misma fila que un ejecutivo más soso que el hambre, así que me acurruqué y me dormí en cuanto dejé de ver cosas perceptibles por la ventanilla. Cuando abrí los ojos, las luces madrileñas se acercaban a pasos agigantados. Íbamos a aterrizar. Piiiiiiiii... dolor en los oídos. Mucho dolor en los oídos  Dolor de cabeza. Ufff, que estalla. Bum rrrmmm psss brrrmm aterrizaje finalizado. Autobús para salir de la terminal. Recoger la maleta. Todo en orden, ninguna botella rota. Suspiro de alivio. Perfecto, ahora el largo camino hasta la entrada del metro. Y desde el metro hasta Tribunal... ¿diez minutos? o poco más. Eso sí, mi espalda y mis fuerzas se iban agotando. Pfff... Si esto no es amor, que venga Afrodita y me lo explique.

Enzo me vino a buscar al metro, su casa queda a un paso. Nueva situación, nuevos caminos que aprender. Nuevos compañeros que conocer.  La primera impresión fue bastante buena. Y no es tan agobiante la moqueta, sobretodo porque en el salón no hay.

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